Regenaración ósea en Implantología dental
Cuando hablamos de técnicas de regeneración ósea en implantología dental nos referimos a aquellos procedimientos que la evidencia científica ha demostrado eficaces en la regeneración del hueso que va a soportar un implante dental.
El hueso es un tejido orgánico que se compone, aproximadamente, de un 70% de hidroxiapatita. Este componente mineral le proporciona resistencia. El 30% restante de la masa ósea la forman componentes orgánicos y agua.
El hueso, para poder desempeñar sus funciones de manera óptima, tiene que renovarse constantemente. El hueso antiguo se reabsorbe y se regenera uno nuevo gracias a la actividad coordinada de osteoblastos y osteoclastos.
Esta remodelación continua no sólo sirve para la conservación del tejido óseo sino que también facilita una adaptación funcional de la estructura ósea a los cambios en situaciones de estrés.
Cuando hablamos de regeneración ósea tenemos que hablar también del proceso de cicatrización. Ante una agresión externa como, por ejemplo, una extracción dental, la sangre fluye desde el tejido óseo circundante y forma un coágulo. Esto desencadena toda una cascada de reacciones que culmina entre las 12 y 24 semanas en la formación de hueso laminar maduro (como vemos, el rango es amplio por lo que los tratamientos deben ser evaluados de manera individual).
Injertos óseos y material de regeneración
Los injertos óseos y el material de regeneración ósea favorecen la regeneración de los defectos y pueden utilizarse para el aumento del volumen óseo. Estos materiales se clasifican según su origen:
1. Injerto óseo autólogo
Hueso tomado de una zona donante del propio paciente. Puede ser de la misma cavidad oral (en pequeños defectos), o de la cadera (cresta ilíaca) o de la calota craneal en aquellos casos en los que se necesite una extensa reconstrucción de los maxilares. El hueso autólogo injertado contiene células vivas y factores locales que favorecen la regeneración ósea. Normalmente se usa mezclado con materiales de regeneración ósea. El tejido injertado se reabsorbe durante la cicatrización y es sustituido por nuevo hueso. Este es un proceso conocido como “sustitución progresiva”. La obtención de hueso autógeno no está exenta de complicaciones además de que, para obtenerlo, necesitamos otra zona quirúrgica; la donante. Por lo tanto, al valorar la utilización de injertos autógenos hay que tener en cuenta el bienestar del paciente y, en cada caso, si está justificado el riesgo de generar dos campos operatorios y el de una reabsorción difícil de predecir, entre otros.
2. Materiales de regeneración ósea
La disponibilidad limitada de injertos óseos autógenos (o autólogos) y el riesgo de complicaciones en la zona donante propició el desarrollo de alternativas: Los materiales de sustitución o regeneración ósea.
Estos materiales de regeneración ósea cumplen una función osteoconductora y de sostén, previniendo la pérdida de volumen en el lugar del defecto. Se clasifican por su origen:
a. Materiales Alogénicos: Material proveniente de hueso humano procesado, fundamentalmente de cadáver.
b. Materiales xenogénicos: Material de origen animal. Generalmente de origen bovino, porcino o equino.
c. Materiales aloplásticos: Sintéticos. Se fabrican a partir de materia prima mineral. Los más comunes son fosfato tricálcico e hidroxiapatita. Su reabsorción depende de la composición y pueden ser totalmente reabsorbibles o hasta prácticamente irreabsorbibles.
Dispositivos de barrera
La evidencia científica recomienda que tanto los materiales de sustitución ósea como los injertos autólogos sean cubiertos por dispositivos de barrera. Estas barreras físicas que aíslan el materia óseo del tejido que lo recubre (periostio y mucosa oral) bloquean la migración de tejido no óseo en la zona intervenida previniendo y disminuyendo la reabsorción de dicho material. Ya sea sintético, xenogénico, alogénico o autólogo.
Los dispositivos de barrera más comúnmente utilizados reciben el nombre de membranas. Estos pueden ser de materiales que se reabsorberán una vez realizada su función (colágeno, poliláctico, o pericardio) o no-reabsorbibles – generalmente de politetrafluoretileno expandido(e-PTFE) – aunque podemos usar mallas de titanio y otros materiales. Estos dispositivos de barrera suelen ser fijados al hueso por microtornillos o pines (chinchetas) que pueden ser retirados, o no, una vez finalizado el proceso de regeneración ósea.
En los procedimientos de reconstrucción de los maxilares o de regeneración ósea guiada de pequeños defectos el profesional puede inclinarse por unos materiales u otros en función del objetivo inicial, de la técnica que vaya a utilizar, de la condición física del paciente, de sus expectativas, etc.
Dr. Isidoro Cortell | MD, DDS, MSc, PhD
Director del Instituto CIMEV